Cuando Brigitte Bardot llegó a Armaçâo dos Búzios, ningún carioca daba un real por un lugar desolado en el litoral de Janeiro. Era una lengua kilométrica de playas rocosas sin interés en las rutas turísticas. BB ya era famosa, pues acababa de estrenarse Y Dios creó a la mujer, y su llegada, si bien en un principio pasó inadvertida, tuvo una repercusión muy grande. Con el avance de los años, Búzios pasó de ser una típica aldea de pescadores, con calas llenas de redes maltrechas, a convertirse en un balneario de calidad. Donde había palafitos de bambú se hicieron hoteles. Hoy en día es un gran destino de turismo. Con alto nivel y fama internacional, especialmente para los amantes del buceo y del surf. Y sigue conservando el encanto que fascinó a la actriz y al mundo entero. Aun estando a dos horas del agitado Río, si queremos pernoctar en Búzios es recomendable recurrir a sus típicas pousadas . Con más horas de sol que Río o Angra dos Reis, la península de Búzios ofrece alternativas de ocio, relax y diversión. Pero por encima de todo, Buzios es playa. Más de veinte para escoger. Con varias propuestas diferentes para cada día. Por ejemplo, alquilar un buggy y acercarse a la playa de la Tartaruga, famosa por su agua caliente y su paisaje, parando donde le plazca a uno, para saborear una langosta recién pescada acompañada de un frío chopinho de cerveza. O simplemente tumbándose bajo alguna sombrilla de la playa de Manguinhos, dos Ossos, o de la naturista Olho-de-Boi. Para los que gusten de playas en mar abierto, en Joâo Fernandes, después de pegarse un baño, apetecerá tomar unos deliciosos calamares frescos en el Bar do Nego. Y contratar por un día un barquito con patrón y navegar hasta Arraial do Cabo. Paradisíaco lugar a 40 kilómetros de Búzios, donde además de disfrutar de sus aguas turquesas y playas de arena blanca, se practica skibunda, que no es otra cosa que, sentado en una tabla, tirarse duna abajo para acabar refrescándose en el mar. iBom de máis!
