Brasil, ese país tan extenso que podría ser un continente, rezuma carnaval por sus 26 estados. Y es concretamente en Salvador, capital de Bahía, donde en estas fechas, y sin que se ofendan los cariocas, se debería disfrutar de la mayor fiesta popular del mundo. A pesar de que también este 2022 la fiesta fue suspendida, la ocupación hotelera ronda el lleno total. En épocas sin pandemia, por su calles, avenidas y barrios se mezclan música, etnias, magias y alegría, en perfecta sintonía entre bahianos y turistas. El carnaval se puede disfrutar de varias maneras. La mas usual, vistosa y divertida es acompañar al trio elétrico. Así llaman al camión de gran tonelaje, adaptado con aparatos de sonido y que, en la parte alta lleva una estructura donde se encuentran la banda que tocan en directo mientras recorre los circuitos marcados en la ciudad. Rodeando el camión, están los cordeiros que impiden, dando seguridad al desfile, que el público se acerque. Es entre estas cuerdas y el vehículo por donde avanza los seguidores del grupo musical. Todos llevan la abadá (camiseta) especialmente diseñada para cada bloco (digamos de cada equipo) y que da derecho a bailar y saltar dentro de las cuerdas. Para ellos es un orgullo pertenecer a un bloco determinado.
Sin embargo la fiesta no entiende de bolsillos. Y para aquellos que no pueden comprar esta prenda, (el precio de esta prenda duplica el valor del de un salario mínimo), muchos se divierten en la parte de fuera del cordón. Toda esa gente que ve el desfile desde fuera, la pipoca, como se le conoce en Brasil, tiene la ventaja de que consigue ver a diferentes tríos eléctricos y artistas durante el mismo día.
Y hay una tercera opción. En torno a los circuitos, y para quien busca una mayor comodidad se encuentran los camarotes. Son estructuras metálicas, ubicadas en torno a los circuitos que permite disfrutar de una visión privilegiada y que en su interior está equipado con bares, restaurantes y zonas de baile. Claro que al no pisar la calle se pierde todo el encanto del propio carnaval, y mas estando en Brasil. El año que viene lo viviremos de verdad, y no solo soñándolo.
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