Algunos ciudadanos se refieren a nuestro monarca emérito como un rey campechano, que según la RAE significa «una persona que se comporta con llaneza y cordialidad, sin imponer distancias en el trato». Al margen de opiniones, lo curioso del titular es que este adjetivo proviene de una república, la de México. Es un viaje a este país, el guía me explicó que el término comenzó a ponerse de moda en el siglo XIX, en la época en que muchos españoles viajaron al continente americano para hacer fortuna (o hacer las Américas). Muchos, conocidos después como indianos, fueron a parar a México y, en particular al estado de Campeche, en la península de Yucatán. Cuando enviaban cartas a sus familiares explicaban la cordialidad y cercanía con la que habían sido recibidos por los campechanos, gentilicio de los habitantes de ese lugar, que pasó rápidamente a ser utilizado como adjetivo, dándole el significado que hoy en día todos conocemos. Sin duda una historia muy real.
También tiene vinculación con este estado, la expresión «ir de jarana» y que alude al hecho de salir de fiesta o a una diversión ruidosa de un grupo de gente. Realmente procede del quechua con significado de alegría, gozo, aunque la propia jarana yucateca se refiere a una forma musical y un baile muy popular de tipo zapateado, donde los bailarines más experimentados suelen sostener sobre sus cabezas botellas de licor.