El Desconocido Estado de Chiapas

De México, y especialmente de la parte sureste que se conoce como zona precolombina, uno de los estados que más me impresionó  fue el de Chiapas, por ser un crisol de culturas, donde aún perviven pueblos indígenas en una naturaleza con asombrosos parajes. Después del vuelo a su capital, Tuxtla Gutiérrez, y tras dos horas en autobús, llegamos al rio Gijalba. Allí empieza la primera visita a bordo de una lancha, es la manera más clásica, recorriendo el cañón del Sumidero, una falla de más de mil metros de altura, con perfiles rocosos que alternan con la tupida selva y donde no es raro ver cocodrilos nadando, monos aulladores o algún venado. Ahora bien, el eje central del viaje se cumple al llegar a un lugar mágico: San Cristóbal de las Casas, la antigua Chiapa de los españoles. Un pueblo en que hay que echarse a andar y descubrirlo sin perderse nada: sus iglesias, su Catedral de san Cristóbal, sus museos, entre ellos el Centro de los Textiles del Mundo Maya o el del Ámbar, entre otros. También hay que dedicar tiempo a la imprescindible visita al colorista mercado tradicional, donde los grupos indígenas que descienden de los mayas, como los Tzeltales, y los Tzotziles aun hoy en día venden  sus productos, como hacían siglos atrás.

Y es aquí, donde el catolicismo de estos últimos se mezcla con prácticas de creencia paganas. Así, en la iglesia de la localidad cercana de San Juan Chamula y frente a las docenas de imágenes de santo, los files rezan y juntos a unas velas (dicen los Tzotziles que el humo es alimento de los santos) presentan sus ofrendas y hacen ritos con animales (principalmente gallinas) sentados en el suelo. Aquí dentro se vive una experiencia sin igual y que se impregna en quien la visita.

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