Stuttgart, a orillas del río Neckar, ofrece alternativas para pasar una divertida estancia. Su agradable clima otoñal, al estar ubicada en el sur del país, ayuda a que la estación que empieza sea una buena época para visitarla. Si tuviésemos que buscar un color que representase a la ciudad, quizás pensaríamos en el verde. No solo por el origen del nombre —viene de Stutengarten, ‘jardín de yeguas’—, ni tan siquiera por su extenso cinturón de ocho kilómetros de parques en forma de U. Tampoco por su jardín Botánico y Parque Zoológico, o su mercado de flores, frutas y verduras al aire libre en la plaza del Mercado y la plaza Schiller. Lo que realmente la tiñe de este tono son los bosques y viñedos que la rodean y que están situados a tan solo dos pasos de la estación central. No hay ciudad en el país que esté tan vinculada a la viticultura como Stuttgart.
Siete cooperativas prensan las uvas para obtener vino excelente y con fama mundial. Además de visitar a su museo del vino, es muy recomendable acercarse a una taberna particular de los viticultores para probarlo, acompañando especialidades de su cocina, como los Maultaschen, (grandes raviolis), el Gaisburger Marsch (una especie de cocido para entrar en calor) o unos típicos callos suabos para chuparse los dedos. Ahora bien, para los que prefieran cambiar de bebida, existen cervecerías, con cervezas de fabricación propia, en todas las calles de su admirada zona histórica. O conocer, el Cannstatter Wasen que es el equivalente al Oktoberfest de Stuttgart. El festival, que se viene celebrando desde 1818 (lamentablemente el este año fue cancelado) convoca a más de un millón de personas cada año. Un hecho peculiar en una ciudad que apenas sobrepasa los 600.000 habitantes. En las grandes carpas de las fábricas de cerveza se ofrecen sabrosos platos típicos caseros para acompañar las jarras de un litro de cerveza, mientras uno escucha música popular en vivo. Y por cierto, según la Real e ínclita Academia Española «brindis» viene de la expresión en alemán bring dir’s o más bien de la frase Ich bringe dir es, que significa «yo te lo ofrezco». Pues eso, chinchín.