Difícil valoración la de decidir cual es el mejor país para descubrir Patagonia, divida por la cordillera de los Andes. Esta ocasión, he escogido a la de Chile, con similitudes a la argentina, pero con encantos propios del largo y estrecho país. Descubierta hace 500 años, la Patagonia chilena ya fue definida, como exótica, extensa, y con belleza infinita. En mi opinión, sobre todo por sus inmensos campos de hielo, de donde descienden glaciares de gran belleza; por el colorido de sus lagos, algunos navegables, y por sus ríos caudalosos. Sin embargo, lo que la hace singular, es el Parque Nacional Torres del Paine; que obliga que su visita se incluya en todos los tours. Este parque nacional, uno de los muchos que posee Chile, fue declarado en 1978 reserva de la Biosfera. Se trata de un conjunto de montañas gobernadas por empinadas torres de granito, por los fotogénicos cuernos y por el imponente Paine Grande. El macizo montañoso coronado por glaciares está rodeado de lagos con colores de aguamarina, esmeralda o turquesa. Los más aventureros pueden practicar trekking por los senderos, navegación en kayak, y dormir en tiendas de campañas habilitadas, especialmente en su verano aprovechando las 17 horas de luz.
Los cuernos del Paine
Hace muchos años que la presión de las fuerzas tectónicas, hicieron elevarse los tres picos que hoy conocemos como los cuernos. Con las eras glaciares, y posteriormente con el deshielo, se fueron descubriendo enormes torres con diferentes colores en tonos azules y violetas. Aspecto que dio origen a su nombre Paine, azul en dialecto tehuelche. Este colorido, otorga el honor de estar entre las diez postales mas fotografiadas de Sudamérica.